No hay dudas sobre la importancia de los stakeholders (o partes interesadas, una traducción que no suena tan bien como el original) en la vida de las organizaciones. Lo que queremos mostrar es la importancia de considerarlos en la visión de Compliance.
En muchos ejemplos se observa que los esfuerzos del programa de integridad se concentran en los empleados y que las máximas autoridades aparezcan en la foto de inicio, al menos. Luego, en una segunda instancia se trata de extender a los proveedores. Y ahí termina el despliegue.
En la separación de grupos de stakeholders hacemos un pequeño cambio en la agrupación.
En los que denominamos Internos están los propietarios y accionistas; Directorio; alta gerencia; auditores (es otra pata del control a tener en cuenta y con quien coordinar los esfuerzos) y empleados y subcontratados (que muchas veces tienen tanta relevancia para la empresa como los primeros).
Definimos un grupo de Intermedios, que si bien no están en el core de la organización sería temerario considerarlos como externos: potenciales accionistas; inversores; proveedores y clientes; sindicatos (no podemos considerarlos ajenos y es necesario su apoyo) y por último familias y relaciones de los Internos (tanto en los limitantes por conflictos de intereses como en la información confidencial que puede circular en una reunión familiar, o en cómo puede afectar a los hijos de un directivo si ven la cara de sus padres en las redes sociales de manera negativa, por esto y muchas otras cosas es bueno tenerlos en cuenta más allá del family day).
Por último tenemos los Externos: Gobierno y reguladores; bancos; cámaras y asociaciones empresariales y profesionales; ONGs, comunidades y asociaciones vecinales (estos tres últimos cada vez más relevantes) y los medios de comunicación.
En cada actor debemos encontrar cuál es su agenda y objetivos respecto a la organización. El no conocerlo e interpretarlo correctamente puede concluir en que quedemos con un Make-up compliance, un bonito conjunto de impresos, cursos y gacetillas con la entrañable inutilidad de las corbatas, sirviendo sólo a lo estético. No es lo mismo una empresa familiar o con sus propietarios tomando roles ejecutivos que un grupo económico internacional, un fondo, o una empresa de capitales estatales. Lo mismo podremos decir al analizar cualquiera de los actores.
Luego debemos atender a las necesidades del Compliance para este actor y por último los riesgos que enfrentamos de no hacer la tarea de manera apropiada.
La combinatoria de posibilidades nos señala que es un trabajo artesanal para el Compliance. No se pueden establecer recetas o programas proforma. Si queremos tener éxito es necesario adentrarnos en esta complejidad y conocer la verdadera red social y agendas entrecruzadas que subyace en la organización.
En Crearis Latam tenemos la experiencia y las habilidades para colaborar en este proceso.